La publicidad en pocas ocasiones ofrece una imagen neutral de la realidad. Más bien intenta sacar de forma bien positiva una marca, un producto, un servicio o una petición. Especialmente en la publicidad de alimentación, de automoción o de moda, la discrepancia entre aparentar y ser es llamativamente alta. Intentando con todo tipo de trucos técnicos mejorar el producto real. No vamos a entrar ahora en si esto es bueno o no. Ni tampoco en si se puede o se debería de reglamentar de alguna forma. A mí no se me ocurre solución alguna practicable a esto.
Lo que sí tengo claro como “publicista, bloguero, activista del buen marketing o simple consumidor ciudadano”, es que la pizza congelada que me saco del cartón, incluso tras meterla en el horno durante el tiempo indicado, nada tiene que ver con la foto en su envase.
¿Hasta dónde puede ir la publicidad en la nueva década? No lo sé. ¿Debe la publicidad utilizar todos los medios a su alcance sabiendo que el producto final cada vez se aleja más del producto real? ¿Debe la publicidad en la era de lo “crítico 2.0″ y de las redes sociales recomendar algo que en realidad no existe? ¿Debería de reglamentarse el número de “retoques posibles”? Si es así, ¿cómo? ¿O dispone nuestra publicidad de una carta en blanco ya que todos saben que no se la puede tomar del todo en serio?
Esto es publicidad engañosa, de la cual he sido victima ultimamente (cerveza Redd´s).
Ver más ejemplos
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Esto es publicidad engañosa, de la cual he sido victima ultimamente (cerveza Redd´s).
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